Por Mesade2
4 mayo, 2015
1 ComentarioEL ERMITAÑO. UN PLACER INESPERADO EN EL CAMINO
Gracias a la recomendación de una buena amiga de Astorga conocimos El Ermitaño, restaurante que capitanean Pedro Mario y su hermano Oscar Manuel. El restaurante se localiza en Benavente (Zamora), no es fácil de encontrar pero preguntando se llega a Roma, y en este caso llegamos a una casa señorial arropada por muros centenarios que perteneció a los Marqueses de los Salados. La propiedad en su conjunto recibe el nombre de “Huerta de los Salados” donde puedes apreciar una pequeña ermita que data de 1775.
El Ermitaño no es otra cosa que el legado que dejaron Manuel Pérez y Hortensia Alonso a sus dos hijos después de que el padre después de una larga vida laboral con sus ahorros decidió comprar la propiedad donde desde 1989 pretendió abrir un simple merendero castellano que diera rienda suelta a la pasión de Manuel por la gastronomía y donde pudiera demostrar Hortensia su buena mano en la cocina.
Pero lejos del concepto inicial del 27 de Octubre de 1989, cuando abren al público, el concepto del restaurante empieza a cambiar con la irrupción de Pedro y unos cuantos años después de Óscar en la cocina. No tardan mucho en recibir los primeros reconocimientos con los primeros premios nacionales en 1995 y ese mismo año conocen a la persona que les cambio la idea que tenían de la cocina, el maestro leonés Carlos Domínguez Cidón que nos dejó lamentablemente en 2009.
Pero para estos dos hermanos no todo han sido glorias y buena suerte. En Febrero de 2000, un incendio arrasó gran parte de las instalaciones y tiró por la borda tantos años de trabajo e ilusión en unas negras horas. Los hermanos se tomaron este infortunio como un punto y seguido y comenzaron, si cabe, con más fuerza. Señal de este resurgimiento, casi de forma inmediata les llegan los reconocimientos más importantes, como en 2001 la estrella de la Guía Michelín y desde el 2003 mantienen 2 soles en la Guía Repsol.
Después de reservar en la misma mañana, decisión arriesgada porque el restaurante siempre cuelga la bandera de completo, llegamos a la segunda planta del restaurante donde desde el primer momento sentimos que iba a ser un sitio que recordaríamos tiempo. Nos parece respetable pero este restaurante es una prueba fehaciente de que prohibir la entrada de niños es absurdo sea un restaurante de Estrella Michelín o una tasca de pueblo. Lo decimos porque a nuestro lado teníamos un matrimonio con un par de niñas pequeñas muy educadas que ni las sentíamos, y las niñas comieron como un adulto más, claro, a ello va unida la educación que reciben.
El Ermitaño es grande pero acogedor al mismo tiempo. El personal y el servicio son de 11. Cada uno de los camareros que nos sirvieron derrochaban profesionalidad, simpatía y experiencia. Una ventaja a la hora de pedir, si no quieres un menú degustación, es la opción de pedir medios platos o raciones y así tener oportunidad de probar más cosas.
Nuestra sorpresa fue grande, como él (no le faltará mucho para llegar a los 2 metros de altura) cuando vino a atendernos el propio Pedro Mario. Simplemente nos enamoró. Es una persona que expira confianza, trata a cada mesa por igual, te aconseja, te explica y todo sin dejar de coordinarse en perfecta sincronía con su gran equipo. Señores Chefs de España, pásense por este lugar y aprendan algo de cómo ser cercanos con sus clientes, los que les hacemos grandes y conocidos.
A continuación empezamos con los consejos de Jesús, nuestro guía personal para esta velada. María se decidió por un blanco, y nos trajo uno de nuestros favoritos como es José Pariente y la gran sorpresa fuel la copa de tinto que nos sirvieron a continuación. Un vino que al probarlo dirías que es un gran Ribera o Rioja, con cuerpo y fuerza. Pues nada más lejos de la realidad, nos descubrieron un vino tinto de Cádiz, FINCA MONCLOA 2011 de Bodegas Gonzalez Byass, hecho con la olvidada Tintilla de Rota. ESPECTACULAR VINO y señal que en la actualidad tenemos vinos muy buenos en cualquier rincón de España.
Y comenzamos con un aperitivo muy simple pero sabroso, Queso de oveja con membrillo. Después de dejarnos aconsejar el primer gran actor en aparecer por el escenario fueron unos Espárragos de Tudela con hígado de pato, su jamón, frambuesa y maíz. No esperábamos ese punto del esparrago de dureza, punto perfecto pero inesperado que permitía degustar cada bocado con los ojos cerrados para condensar todos los sabores que junto al jamón de pato y las perlas de frambuesa le daba un sabor de escándalo. La tierra hecha de kikos de maíz otro acierto para acompañar al ingrediente principal.
Continuamos con un Tartar de calabacín, aguacate y mango con soja, anchoas y queso de oveja. Como fanáticos de un buen tartar y abiertos a ingredientes varios que lo compongan, de calabacín como ingrediente principal nunca lo habíamos probado ni visto. El juego del sabor del calabacín con unas anchoas de impresión y el queso nos iba convenciendo de la gran recomendación que nos había hecho nuestra amiga. Y contaros que maravilla coronaba el tartar, una Hoja de Ostra (Oyster Leaves) que es una planta muy abundante en Nueva Escocia (Canadá) cuyas hojas no es que sepan a ostra es que hemos probado ostras que no saben tanto al citado molusco, por lo que las denominan las “Ostras Vegetales”. Apuntadlo y si tenéis la oportunidad de probarlas, alucinareis seguro como nosotros.
Antes de los principales nos atrevimos a probar otro plato estrella de El Ermitaño, turno del Huevo con judías verdes, habas, ventresca de atún, vinagre y pimentón. Aunque el huevo estaba en su perfecto punto no nos acabó de convencer la presencia de las judías verdes pues opinamos que escondían el sabor de las habas y no ligaba muy bien con la ventresca y el pimentón. Buen plato pero no al nivel del resto.
Y llegamos a los principales que después de deliberar optamos por un pescado y una carne. María optó por un San Pedro con alcachofas de Tudela, soja y miel de brezo. Fantástica combinación de la salsa con una excelsa alcachofa y un pescado que sólo le faltaba aletear de lo fresco que estaba. Como curiosidad os contaremos que este pez recibe el nombre de San Pedro, porque la leyenda dice que la mancha oscura que tiene en su costado que le caracteriza es la huella de un dedo de San Pedro que habría sacado una moneda de oro de la boca de uno de estos peces.
Y al otro lado del ring…El cochinillo con membrillo de calabaza, queso de cabra, frutos secos y especias. Presentado en dos pequeños bloques, parecía que el plato iba ser algo escaso y limitado en sabor, pero muy lejos de la realidad. En cuanto le ataque con el cuchillo ya intuía el sabor de este pedacito de cielo hecho carne. Punto no perfecto sino pluscuamperfecto y con unos acompañamientos de lujo y solera como un perfecto membrillo de calabaza y lo que parecía una bola de helado pero en realidad era una crema de queso de cabra grandiosa. OLE!!!.
Con este estado de excitación gastronómica, llego el “Postre moment”. Al igual que es difícil que no probemos un tartar o un pulpo si lo hubiere, lo mismo nos pasa con las torrijas. Por tanto optamos sin duda, y siguiendo la recomendación del propio Pedro Mario, por la Torrija de pan, Leche Fresca de Oveja, Yemas y caramelo. Excelente postre con una gran elaboración detrás. La torrija esta bañada en leche de oveja que liga perfectamente con el sorbete de leche de oveja que acompaña a la torrija. Acompañando al sorbete una crema de yema tostada a la vainilla y para acabar de dar el toque dulce una llama de caramelo y falsas migas del pastor.
Y para rematar y probar otra creación dulce, nos decidimos por “Menta y Chocolate”. Elaborado con una lagrima de semi-frío de menta, cremoso de chocolate negro, blanco y con leche, decorado con un sutil muelle de cacao. Aparte crema de choco-menta, perlas de chocolate y cristal de menta. Para que comentarlo, no hace falta verdad?
Cuando terminas del postre, te encuentras con que te invitan a que te tomes el postre es uno de sus rincones con más magia, la Buhardilla. No os contaremos más datos pero si vais, no dejéis de visitarla y por cierto sin prisas que el lugar lo pide a gritos.
Cuando nos enteramos que a El Ermitaño le quitaron hace unos años la Estrella Michelín que poseía desde hace 10 años, subimos un paso más para cuestionar el sistema de calificación de esta aclamada y afamada guía. Disculpen por la poca diplomacia pero como fanático gastronómico estas cosas duelen en el fondo del paladar. Por cierto si van camino al Norte y toca desvío en Benavente, yo pararía. Ahí dejamos nuestro consejo y nuestro aviso de que nosotros lo hemos puesto en mayúscula en nuestra guía, mapa y GPS.
Por sus baños le conoceréis….Teniendo en cuenta en qué tipo de estancia está el Restaurante, una casa señorial centenaria, lo que encontramos camino al baño son cosas que te trasladan a tiempos remotos. Una vez dentro del baño y pasar por una gran puerta de madera noble, entramos en un espacio con encanto. Las paredes son de un azulejo azul, en el baño de hombres y en tonos crema-anaranjados en el baño de las mujeres. Los dos lavabos son de forja al igual que el radiador que te recibe al entrar en el baño. Se agradece el cambiador de bebes, por supuesto en madera para no romper la decoración del espacio. Las toallas de un solo uso son de algodón y hay una cesta de mimbre donde depositarlas después de usarlas. También llama la atención un ventanal con una cristalera multicolor y un cartel al lado del grifo donde nos ofrecen, si tenemos necesidad, un set dental by “El Ermitaño”. Nos gusta tanto como el resto del restaurante. Bravo.
Restaurante El Ermitaño
- 980 632 213
- N-630 Benavente a León. Benavente (Zamora)
- www.elermitano.com
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