Por Iván Martín
8 enero, 2015
1 ComentarioSOY KITCHEN. UNA FÓRMULA GASTRONÓMICA DIFERENTE
Hace unos meses nos hablaron del restaurante Soy Kitchen en la Plaza de los Mostenses 4, una mezcla de cocinas de Tailandia, Japón, Malasia, Singapur, Hong Kong y Corea que su chef Jongping Zhang, al que todos llaman Julio, combina en sus platos. Julio nació en Beijing hace más de 3 décadas y aprendió su oficio en Hong Kong. Aparte antes de Madrid trabajó en Pamplona donde llegó a ganar un concurso de pintxos. En su cocina no tiene a nadie a su lado por lo que él es el que crea exclusivamente los platos que llegan a la mesa.
El local de Soy Kitchen engaña ya que cuando entras en su planta a píe de calle, tras pasar por un cartel en la calle donde podemos leer “Vinos y Copas”, te encuentras un bar normal con unas cuantas mesas con taburetes que nada tiene que ver con el salón de la parte de arriba. Ahí es donde empiezan las sorpresas. Nos cuentan que apenas llevan un mes con el nuevo salón y que han hecho una gran reforma en todo el local. Por lo que nos comentan han pecado de lo que tantos y tantos restaurantes pequeños hacen cuando amplían su negocio. Han perdido la esencia del local que era en la pasada primavera. Una de los atractivos que tenía el sitio era el propio Julio te sacaba mucho de los platos y el propio chef te “cantaba sus platos”. Después de 5 platos y 2 postres no apreció por ninguna de las mesas.
En el pequeño salón de la segunda plata hay 4 mesas y un pequeño salón más cómodo y privado hay dos más, donde nosotros pudimos cenar. Nuestra camarera, Aurora una chica española joven y muy simpática y profesional, fue casi lo mejor de la experiencia en nuestra visita. La primera sorpresa, después de traernos una pequeña carta de bebidas con algún buen vino y champagne, es que no hay carta. Ellos lo llaman “carta blanca”. En concreto nos explican, después de preguntarnos sobre nuestras posibles alergias o gustos, que consiste en que ellos nos van sacando platos “entrantes” hasta que digamos “basta” y llegados a ese punto decidamos si queremos seguir con carne (pato o solomillo), pescado(rape) o marisco (bogavante).
Junto a mis dos mejores amigos, Gerardo y Jorge nos emplazamos para cenar allí. Comenzamos, bajo un hilo musical muy tenue y agradable el festival de sorpresas, con un atún braseado con ajo negro y lubina con huevas y salsa de cilantro. Plato correcto con algunos sabores interesantes pero sin destacar texturas ni sabores muy intensos. Lo siguiente que nos trajeron fue una especie de mortero con una mezcla de fideos chinos con solomillo de añojo, huevas de centollo, nabo y salsa de cacahuete. De nuevo el sabor predominante como en la mayoría de los platos que probamos fue el cilantro. La salsa de cacahuete estaba muy presente y escondía el sabor del resto de los ingredientes poco “visibles” en boca. Continuamos con más sorpresas y esta la más grata y acertada, el cangrejo japonés. Iba a acompañado de una verdura parecida a los tirabeques, simplemente delicioso.
La siguiente sorpresa fue un coco natural que traía una mezcla con carne del propio coco, navajas y piñones, muy rico también. Presentación muy curiosa pues te traen un coco natural que al tocarlo está completamente helado. Quizás como en casi todos los platos, ya que en principio te sirven cantidades adaptando el plato para las personas de la mesa, un poco cortas. Y como último entrante, pues avisamos que ya queríamos probar algún principal, fue un Pulpo troceado con carne molida y arroz. Correcto solamente.
Como principal nos pedimos el pato. Lo curioso de este plato es la masa para hacer el “rollito” con la carne de pato que tráen, el pato nada especial. La masa de la torta está tan bien hecha que parece no comestible, parece goma pero perfecta para su función ya que es resistente aunque aporta bastante sabor.
Después preguntamos por los postres y nos decidimos por uno casero y otro no tanto. La tarta de té verde aunque no es casera está muy lograda pero quizás algo fría. Y lo que nos sorprendió mucho fueron los mochis de chocolate y queso. Aparte de una muy buena mezcla de sus ingredientes destaca lo espectacular de la textura del mochi. Un gran postre casero hecho por el propio chef.
Aurora nos trajo un sake coreano por cuenta de la casa y al oir sake esperábamos algo fuerte. La verdad que digestivo fue pero era como estar bebiéndose un agua con gas pues no tenía ningún sabor ni ninguna fuerza.
Conclusión de Soy Kitchen. Creemos que ha perdido la esencia después de su reforma con una subida de precios excesiva y más cuando usa una fórmula un poco desacertada para mesade2. Las sorpresas nos gustan pero también saber que nos van a costar las cosas que nos ofrecen antes de que venga la cuenta. Consideramos que 50€ por persona incluida bebidas y postres no es muy caro pero comer tan “a ciegas” no nos parece una fórmula tan acertada una vez visitado el sitio. El chef debería salir a saludar a las 5 mesas que da de comer. No cuesta nada y los clientes lo agradecemos mucho.
Por sus baños le conoceréis…..En la planta de abajo nos encontramos con un pasillo de azulejos blancos con puertas a ambos lados. Continuando con el blanco las paredes y los saneamientos nos dan esa sensación de limpio y pureza. Agradecemos el detalle de la decoración con un par de plantas pero nos falta algún detalle más para saber que estamos en un lugar donde la cocina asiática está presente. Después de haber realizado una reforma apenas hace un mes estas cosas deberían haberlas tenido en cuenta.
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